BIENVENIDO A KAZAJISTAN

Cuatro dias de interminable espera en Baku culminaron con otras ocho horas de espera en el puerto. Aprovecho para recuperar el peso perdido mediante la ingesta masiva de kebaps. Llegado el momento, no lamento abandonar Azerbayan.

El ferry es grande y, para mi sorpresa, tiene camarotes. Diminutos, humedos, sucios, con cuatro literas y con sabanas que parecen no haber cambiado desde que botaron el barco. Comparto habitacion con un amable sexagenario. De noche, me busca desesperadamente durante dos horas para poder entrar en la habitacion, pues tengo yo la unica llave. Me localiza en cubierta a la una de la madrugada. No solo no se enfada, sino que tuvo el detalle de levantarse, darme una sabana y arroparme cuando fui a la habitacion una hora despues. Echo de menos un beso de buenas noches...

Al dia siguiente paso largas horas bebiendo te junto a dos individuos (uno de ellos kazajo, llamado Rafael!). Mientras ellos hablan, yo no dejo de llenar los vasos. Tienen una curiosa costumbre. No echan el azucar en el te, sino que se meten un terron en la boca y se deshace mientras lo beben. Akim, joven estudiante siberiano que aspira a convertirse en capitan de un carguero, realiza practicas en el ferry. Es de las pocas persona que habla ingles. Nos invita a mas te y nos convertimos en mejores amigos durante un rato. Luego se nos pasa.

Al final del trayecto, Aqtau nos recibe con los brazos cerrados. Estamos atrapados en la aduana hasta el dia siguiente, pues tiene que venir un pollino llamado Sergei para firmar unos papeles que nadie leera jamas. Toca dormir en la calle. Esta dura.

Los tramites del dia siguiente se prolongan durante horas. Al salir de la frontera alcanzamos Aktau. Ahi solo hay desierto. Infinito. Al igual que varia el entorno, cambia tambien el tipo de animales que se cruzan en mi camino. Camellos. A montones. Bastante cachondos. Enormes. Y parecen muy tontos...

Se acerca la noche. Necesito gasolina. Entro en lo que parece ser una gasolinera. Un enorme morlaco con una botella en la mano me hace gestos para que me acerque. Me da mala espina (me acojona mucho) , pero como soy un poco tonto y necesito gasolina, me acerco. Resulta ser muy descortes. Mete la mano y apaga la moto. Iniste q en que me quite las gafas y el casco. Como tampoco soy tan tonto, no lo hago. Se apoya en la moto y no la suelta. No la puedo arrancar debido a la posicion de su mano. Llama a sus amigos. No tengo miedo. Mas bien estoy acojonado. Sus amigos, con tanta cara de mendrugo como el kazajo en cuestion, no acuden. Finalmente soy capaz de arrancar la moto y como tio malo y peligroso que soy, huyo despavorido. Se despide de mi con un manotazo en el casco. Bienvenido a Kazajistan.

Estoy con los French Touch. Las chicas nos han abandonado. Primera noche de acampada en el desierto. No hay mas estrellas en el cielo porque no caben. Hace frio. Duermo mal. El bolido no se queja. Solo ruge.

1 comentario:

ingelmo dijo...

Precioso pasaje que mantiene a uno en tensión hasta el final.

No dudes en publicar una novela cuando regreses de este maravilloso viaje.

Un saludo.